Primavera por Extremadura: Llanos de color añil (Parte II)

Después de la anterior entrada, en la que resumíamos las interesantes observaciones, acontecidas durante la primera jornada de un largo e intenso viaje, realizado en la pasada primavera, continuamos nuestro viaje por Extremadura y continuamos recordando aquí, en nuestra sección de divulgación, lo más relevante. Las aves acuáticas y las aves esteparias, eran sin lugar a dudas, las protagonistas previstas en esta segunda jornada. Sin embargo, éstas estuvieron acompañadas de otras especies de interés.

La primera parada en nuestro itinerario, fue dedicada a las aves acuáticas, concretamente en el embalse de Alcollarín y en su entorno más inmediato. Aquí, además de localizar especies que observamos con anterioridad en la ribera del Guadiana, a su paso por Mérida, localizamos nuevas especies, como el calamón, el ganso del Nilo, el martín pescador o la garceta grande, integrada entre garcetas comunes y garcillas bueyeras. Sin embargo, las condiciones climatológicas, muy diferentes a la jornada anterior, facilitaron que el movimiento de aves rapaces fuese cada vez más notable desde una hora temprana. Milanos negros, aguiluchos laguneros o una bella águila calzada, nos sobrevolaron a comienzos de la jornada.

Sin embargo, la observación más destacada en nuestra primera parada, sucedió como suelen ocurrir, cuando menos lo esperábamos, pese a que la visita a ciertos lugares, dentro del viaje, contemplase la posibilidad de observar a esta especie con relativa facilidad. Absortos en la belleza del plumaje de las garzas imperiales, que se entremezclaban entre las eneas, nos sorprendió el cercano intento de pesca de un ejemplar de águila pescadora. Sin llegar a impactar contra la cercana lámina de agua, pudimos observar con detenimiento a esta especie, frecuente en los cursos fluviales y zonas húmedas extremeñas, dónde llega incluso a reproducirse en algunos de ellos. Quizá por su escasez en la mayor parte del interior peninsular, quizá por la increíble técnica de caza, o quizá por su diseño facial, es una especie por la que se suele mostrar una admiración mayor cuando ésta hace acto de presencia.

                                                                           Águila pescadora. Foto: Tony Hocking

Pronto continuaríamos el viaje, aunque eso sí, después de almorzar una típica tostada de cachuela. Para la segunda jornada, nos hospedaríamos en uno de los lugares más visitados en Extremadura. Su ubicación geográfica y su turismo monumental, se unen a uno de los mejores lugares para poder ver aves. No es ni más ni menos que Trujillo.

No perdimos tiempo, y después de hacer el check-in en los respectivos alojamientos, continuamos nuestro afán por descubrir más sobre la avifauna ibérica. Si en la anterior crónica, señalábamos la importancia de la comarca de La Serena para las aves esteparias pacenses, no podíamos dejar de visitar la comarca ídem en cuánto importancia, de la provincia cacereña. Tal y cómo habíamos previsto, disfrutamos de una memorable tarde en los Llanos de Cáceres-Trujillo-Magasca.

En seguida, tal y como ocurrió el día anterior en La Serena, salieron a nuestro encuentro los aguiluchos cenizos, enfrascados en esas fechas en las tareas territoriales. La observación de diferentes ejemplares surcando los extensos pastizales, repletos de una floración primaveral sin igual, nos llevaron a detectar a una de las especies más deseadas por nuestros participantes. Ante nuestros ojos, un precioso macho de avutarda se pavoneaba ligeramente, en los últimos estadios de su cortejo, la rueda, ante la presencia de un grupo de hembras y machos jóvenes.

                                            Avutardas alimentándose en un pastizal. Foto: Tony Hocking

Recorríamos entonces con los prismáticos la llanura pedregosa cacereña, cuando de pronto localizamos a la primera carraca europea. Y sí, digo la primera, puesto que conseguimos descubrir hasta un total de seis ejemplares. Al igual que la collalba negra, la bella imagen del plumaje azul metálico de esta especie, era uno de los principales motivos del viaje de nuestros participantes. No es para menos, teniendo en cuenta la drástica reducción de la población de esta especie a nivel mundial. Mientras las observábamos, aprovechamos para explicar las labores de conservación que desde hace décadas, se realizan con la especie en la zona.

                                          Adultos de carraca europea. Foto: Erithacus-Observación de Naturaleza

Después de este gran momento, continuamos observando las bellas collalbas grises y a su pariente más escaso, la collalba rubia. De pronto, en el cielo despejado, azul, muy azul, añil, como el pecho de las bellas carracas, comenzaron a dibujarse decenas y decenas de siluetas. Cuervos, buitres leonados, buitres negros, milanos negros e incluso algún milano real y un precioso adulto de alimoche, iban progresivamente bajando en altura, maravillándonos. Sin percatarnos de ello, pronto observamos el motivo de esta congregación que cada vez se volvía más numerosa.

Una de las numerosas reses de la cabaña ganadera, había venido a perecer horas antes, muy cerca de donde nos encontrábamos. Pudimos entonces disfrutar de uno de los mayores espectáculos que suceden en la naturaleza, cuando decenas y decenas de carroñeros, detectan y aprovechan la carroña. Diferentes especies, descendían ante nosotros, pudiendo observar las diferencias entre ejemplares de distintas edades, y también la extensa gama de movimientos corporales que se suceden, especialmente entre los fanfarrones buitres leonados y buitres negros.

                                      Buitres leonados y buitres negros tras la carroñada. Foto: Tony Hocking

Revisando la mayoría de ejemplares, pudimos localizar además a un ejemplar de buitre negro anillado, del cuál estamos esperando su historial para conocer más acerca de sus movimientos.

                  Detalle de la cabeza de un buitre negro inmaduro. Foto: Erithacus-Observación de Naturaleza.

Con este colofón final, pusimos punto y seguido para el último día de nuestro viaje, previsto en, quizá el espacio natural protegido más conocido de toda Extremadura, el parque nacional de Monfragüe, dónde las aves rapaces serían las evidentes protagonistas. Esto será motivo suficiente para la última entrega de esta serie de crónicas, y fue parte de la agradable conversación que mantuvimos durante esa misma noche, cenando en el mejor escenario posible, la plaza mayor de Trujillo. Un broche final, por el que personalmente, quiero agradecer enormemente a nuestros participantes Tony y Steve.

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