La primavera, esa estación casi efímera en estas últimas décadas, ha comenzado con los cielos cambiantes que la caracterizan. Días de índigos colores en el cielo, que de repente se tornan de plomizos nubarrones nos anuncian la llegada de esta estación, una de las más bellas y espectaculares de todo el año. Una estación repleta de vida, de nueva vida, como la que se arremolina libando de las tiernas flores de los almendros y cerezos.
La primavera, esa etapa anual caracterizada por el renacer de la flora y fauna de nuestros campos, tras el implacable frío y crudeza del invierno, trae consigo bellos espectáculos naturales. Una de estas maravillosas visiones tiene lugar en ese mar de interior, los Campos de Castilla, que a ilustres poetas de nuestra literatura también embriagaban con sus tonalidades cambiantes entre aceitunados y ocres matices.
Ese océano de espigas de trigo, centeno y cebada, salpicado de los tonos marrones de los barbechos y custodiados por los tonos rojos de las tejas de los pequeños pueblos, esconde una vida salvaje cada vez más amenazada. En estas estepas antropógenas, puesto que se formaron tras la prolongada deforestación y asentamiento del ganado a lo largo de siglos, tiene lugar uno de los cortejos más espectaculares de nuestra avifauna. En los últimos días del mes de marzo y comienzos del mes de abril, los grandes machos de la reina de las estepas cerealistas, llevan a cabo un baile ritualizado conocido como «La Rueda».
En estas semanas, la Avutarda (Otis tarda), el ave voladora más pesada del mundo, quizá el representante indiscutible de estos medios abiertos, también ha barruntado la llegada de la estación primaveral. Los barbones o grandes machos adultos, que pueden llegar a pesar más de 16 kilogramos, han ido abandonando los grandes grupos invernales, para dispersarse con sus harenes de hembras hacia las arenas de exhibición, dónde tendrá lugar la rueda. Allí surge una de las transformaciones más notables de nuestra avifauna, cuando los machos, excitados ante la presencia de las hembras que parecen no atender a la danza de sus congéneres, ensanchan sus sacos gulares dando un volumen exagerado a su cuello, y girando las plumas rémiges y secundarias, hasta adoptar la apariencia de una gran bola blanca contrastada sobre el lienzo de los verdes cultivos.
Esta bella estampa de los campos castellanos y de otras zonas abiertas del centro y sur peninsular, debió ser una imagen observada habitualmente por los campesinos, y probablemente también un momento crítico para algunos ejemplares, que realizando la rueda, también llamaban otra atención de éstos, convirtiéndose, en aquellos lugares dónde se cazaban a los barbones, en un sustento extra en la alimentación doméstica.
Lo cierto es que actualmente, todas las aves esteparias y otras muchas ligadas a medios agrícolas, que han evolucionado adaptándose a los cambios antrópicos de este singular biotopo, están desapareciendo, víctimas de la intensificación y mecanización agrícola, el uso de fitosanitarios químicos, el cambio de uso de suelo, la implantación de tendidos eléctricos, muchas veces procedentes de regadíos, o la construcción de infraestructuras solares fotovoltaicas y eólicas, entre otras notables amenazas.
Sin embargo, y pese a esta disminución drástica de sus poblaciones, los ondulados pagos castellanos, extremeños y andaluces, albergan cantidades notables de algunas de estas especies. Precisamente, hemos querido elegir una de las mejores zonas de estas campiñas agrícolas, para la realización de una actividad de observación del comportamiento reproductor de esta magnífica especie. La Reserva Natural Las Lagunas de Villafáfila, en la provincia zamorana, alberga la mayor densidad mundial de avutardas, siendo uno de sus mayores referentes y atractivos de todos aquellos que las visitan.
Dada la belleza y atracción de esta especie, si bien contamos con la actividad durante todo el año, hemos ampliado la oferta, desarrollando esta actividad guiada en tres fechas diferentes, escogidas con capricho para coincidir con el celo de la avutarda.
Durante las tres jornadas, además de la destacada atención sobre el cortejo de las avutardas, se visitarán las diferentes lagunas naturales de carácter salino que componen la reserva, así como su casa del parque y lagunas artificiales con el objetivo de observar también las especies acuáticas que descansan o se reproducen en sus aguas. Sin olvidarnos de otras aves habituales, que usan las oquedades en los muros de adobe y en los tejados de los palomares, arquitectura popular de los municipios de la reserva.
Debido a la situación de restricciones actual y a la gran demanda de esta actividad, desarrollada en colaboración con los amigos de Zamora Biodiversa, las jornadas previstas son el 28 de Marzo y el 4 y 11 de Abril. Para la primera jornada ya no hay plazas disponibles, por lo que si estás interesado en participar y disfrutar de una jornada guiada en este espacio protegido en plena naturaleza, contacta con nosotros (ver indicaciones en el folleto superior).
Por último, puedes consultar el vídeo promocional de la actividad a través de este enlace
Fantástico !!!
Gracias por vuestra buena labor de divulgación y conocimiento. Seguir así porque os necesitamos
Muchas gracias Jorge. Seguiremos al lío, siempre y cuando podamos. Un abrazo.