Siendo amantes de las aves en particular y de la naturaleza en general, y visitando Extremadura, nuestros participantes ansiaban la posibilidad de observar ciertas especies. En las anteriores entradas de este blog, comentamos como fuimos capaces de localizar algunas de ellas. En la última jornada del viaje, centramos toda nuestra atención a localizar aves rapaces y otras especies rupícolas mediterráneas, propias de los cantiles fluviales de los ríos Tiétar y Tajo.
Para ello, visitamos el espacio natural protegido más famoso de la región extremeña, el Parque Nacional de Monfragüe. Sus roquedos cuarcíticos, lo intrincado de su bosque mediterráneo y su cinturón de dehesas, lo hacen una parada obligatoria en un viaje de estas características. Aunque mucho más conocido que otros entornos similares, ubicados en otras regiones extremeñas, y que evidentemente también merece la pena realizar una visita correspondiente, Monfragüe es el paraíso de las aves rapaces y pronto pudimos disfrutar de su observación.
El itinerario que fuimos realizando nos permitió enseñar de primera mano la vida entre las rocas. Decenas de buitres leonados se agolpaban en los lugares más soleados, entre los que se podía apreciar algún buitre negro. Pronto las corrientes térmicas comenzaron a animar los cielos, desfilando ante nosotros más rapaces, como los enigmáticos alimoches comunes, del que en la jornada anterior pudimos disfrutar también. Más alto en el cielo, el vuelo fugaz de un adulto de halcón peregrino trajo consigo, la lejana observación de dos imponentes águilas culebreras, enfrascadas en su cortejo nupcial.
Buitre leonados descansando. Foto: Tony Hocking
La imponente silueta de los cortados rocosos, como uno de los más conocidos, Peña Falcón, observado desde el mirador de El Salto del Gitano, maravilla y asombra no sólo a quién lo visita por primera vez, sino también, a los que lo visitamos asiduamente. Y allí, tiene lugar la reproducción de una de las especies más esquivas de nuestra avifauna, y que, evidentemente, era motivo del viaje para nuestros participantes. No es ni más ni menos que la agreste cigüeña negra.
Peña falcón y pareja de cigüeñas negras nidificando. Foto: Tony Hocking
Continuamos nuestro recorrido, visitando los miradores más conocidos pero también los rincones más exclusivos de las dehesas que circundan a estos enclaves rocosos, descubriendo también a pequeños habitantes como el roquero solitario, el alcaudón común o el escribano montesino. Absortos en las bellezas de sus plumajes o incluso de sus cantos, nos sobrevuela, una de las siluetas más buscadas, la del águila imperial ibérica.
Adulto de águila imperial ibérica. Foto: Tony Hocking
Pese a que en las horas posteriores visitamos las dehesas y el entorno del embalse de Arrocampo, queremos despedir aquí la crónica de este interesante viaje. Una vez más, queremos agradecer a los participantes por su atención e interés, al igual que por las animadas conversaciones que mantuvimos a lo largo y ancho de la región extremeña. GRACIAS