Disfrutando de la invernada

A finales del 2023, despedimos el pasado año como más nos gusta, en plena naturaleza. Para este propósito, a lo largo de diferentes jornadas, pudimos enseñar a varios grupos la riqueza ornitológica que alberga el espacio natural protegido de Las Lagunas de Villafáfila. 

La importancia que albergan sus humedales para la migración e invernada de multitud de aves acuáticas, así como sus llanuras cerealistas para las aves esteparias, fueron el lienzo perfecto para poder observar parte de su fauna, con participantes procedentes de diferentes rincones peninsulares. 

Atrás quedan ya los años de nutridas invernadas de ánsares comunes (Anser anser) que se contaban por miles de individuos. Sin embargo, y pese a añorar el gaznido de las «patas o ansarones», sonido grabado a fuego para los que vivimos esas invernadas, queriendo localizar a especies más escasas infiltradas en los escuadrones alados, pudimos observar los menudos grupos de la especie, que siguen llegando cada invierno. Pese a su reducido número, comparado con los años de mayor invernada, pudimos descubrir uno de los infiltrados más esperados y escasos en el interior peninsular. Una preciosa barnacla carinegra (Branta bernicla), nos alegró en diferentes jornadas, pese a que las condiciones climatológicas no fueran favorables para su búsqueda y en ocasiones fuera difícil de localizar.

Barnacla carinegra entre ánsares comunes. Autor fotografía: Antoni Abad

No obstante, el protagonista de varias de las jornadas en las que visitamos este espacio, fue un grácil y nervioso falaropo picogrueso (Phalaropus fulicarius), correspondiente a un influx muy importante de estos limícolas, extremadamente raros en el interior peninsular.

Fotografía testimonial de Falaropo picogrueso.

No obstante, quizá las observaciones más importantes, en lo que a cantidad se refiere, fueron los varios miles de chorlitos dorados (Pluvialis apricaria) que colapsaban las orillas de la Salina Grande, los varios cientos de tarros blancos (Tadorna tadorna) o los dos inmaduros de flamenco común (Phoenicopterus roseus) asentados desde hace varios meses en la zona, o la población invernante de grulla común (Grus grus). 

Grullas comunes entrando a dormir a la Salina Grande. 

Con parte de uno de los grupos de participantes.

Con algunos de los grupos, también visitamos la reserva de La Sierra de la Culebra, para observar alguno de los mamíferos de su nutrida fauna. Aunque observamos ciervos, corzos, jabalíes y una breve observación de un ejemplar de lobo ibérico, una de las observaciones con mayor calidad pese a la distancia, fue la de esta preciosa pareja de águila real (Aquila chrysaetos) ya enfocada en sus devenires nupciales. 

Pareja de águilas reales.

Para finalizar queremos agradecer a todos los participantes por su interés mostrado en las actividades realizadas, especialmente a Antoni Abad por las fotografías cedidas para esta crónica. Si quieres disfrutar de la naturaleza más salvaje de estos espacios naturales y otros muchos, recuerda visitar nuestra nueva web o contactar con nosotros. 

 

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