Entre urces en La Sierra de la Culebra

Hemos comenzado el verde mes de Abril, descubriendo los secretos de una de las sierras más conocidas del noroeste de nuestra geografía, La Sierra de la Culebra.

Esta arbolada sierra de altitud media y carácter ondulado, condición que le da ese peculiar nombre, alberga las mayores densidades de varias especies de mamíferos. Es precisamente por este motivo, unido a la actual pobreza de los suelos tantas veces deforestados y pasto de los fuegos, que quizá, la mayor repercusión y razón, por la que es hoy en día una de las principales zonas turísticas de la provincia de Zamora, radique en la observación de especies animales salvajes.

Entre ellas, destacan sin lugar a dudas dos animales míticos, conocidos ampliamente en la tradición popular. Se tratan del Ciervo (Cervus elaphus), cuyos numerosos ejemplares, especialmente en el caso de los machos, alcanzan aquí las tallas y pesajes más elevados de la península ibérica, y del principal depredador de éstos, el Lobo ibérico (Canis lupus signatus) que usa las enormes extensiones de bosques y monte en sus correrías, albergando éstos una de las mayores densidades conocidas de estos depredadores.

Ciervo (Cervus elaphus)

La primavera en la Sierra de la Culebra así cómo en las cercanas serranías de la parte alta de la comarca sanabresa, son además, un fenómeno que merece la pena observar. Es precisamente a finales del mes de marzo y comienzos  del mes de Abril, cuándo las extensas formaciones de matorral, de carácter pirófito  en su mayor parte, florecen aportando bellos matices. Los brezos o urces como se conoce en estas tierras, aportan una bella paleta de colores violáceos en aquellas praderas deforestadas que apenas 250 años antes, estaban cubiertas por el dosel arbóreo de castaños y robles. Junto a estas tonalidades moradas aparecen pequeñas pinceladas de las amarillas flores de los tojos (Ulex europaeus) y carquesas (Genista tridentata). Todo ello salpicado de enormes extensiones de coníferas como el Pinus sylvestris y el Pinus pinaster. 

Este bello enclave fue el protagonista de una de las últimas actividades que hemos realizado. Gracias a nuestros amigos de Naturaliste pudimos desarrollar una actividad de observación el pasado sábado. Después de observar algunos rastros y huellas de las principales especies animales presentes en este medio, nos dirigimos al punto permitido dónde realizamos la jornada de observación. 

Participantes de la actividad del pasado sábado.

Con la tranquilidad característica de estos amplios espacios, los recién llegados cucos (Cuculus canorus), amenizaban la espera con sus monótonos y agradables cantos, siendo interrumpidos por el agitado canto de las currucas rabilargas (Sylvia undata) o el chillido preocupado de un pito real (Picus sharpei). Con este concierto, descubríamos a lo lejos, junto a nuestros clientes, algunas cornejas negras (Corvus corone) y milanos reales (Milvus milvus) buscando comida en las praderas. De pronto algunos cóvidos se alarmaron, cuando apareció la silueta característica de un gran cánido. Seguramente aprovechando los restos de alguna vieja carroña, después de observarlo estático en el lugar, se fue dirigiendo con el típico y reconocible trote lobero hacia la seguridad de una masa forestal. ¡Habíamos descubierto a un lobo!

Al poco tiempo, cerca de la misma zona, observamos a tres grandes machos de ciervo corriendo entre el apretado matorral. De pronto, dirigiendo la vista a través de la óptica de largo alcance de la que disponemos habitualmente para estas actividades, observamos otros dos lobos, de menor talla que el primero, probablemente ejemplares más jóvenes. Al igual que ocurría con el ejemplar anterior, desparecieron en cuestión de segundos. Poco a poco la tarde se iba volviendo más calmada y el crepúsculo, hora propicia para la detección de estos depredadores, nos dejaba lo mejor por delante. 

Entre los numerosos grupos de ciervos que aparecían de la nada entre el matorral, detectamos a otro ejemplar de lobo, de gran tamaño y algo más cerca de nuestras posiciones, condicionando una mejor y más prolongada observación. De pronto, una vez se escondió entre la vegetación, detectamos a una pareja de su pariente, el astuto zorro (Vulpes vulpes).

Zorro (Vulpes vulpes) en busca de roedores.

Estos bellos raposos, que aún contaban con gran parte de la belleza de su apretado pelaje invernal, se encontraban, al igual que los ejemplares de lobo ibérico, en pleno rastreo y caza de pequeños roedores en las praderas despejadas. Dada la cercanía a nuestra zona de observación, pudimos disfrutar de las técnicas de caza de esta especie poniendo la guinda a una agradable jornada en plena naturaleza. 

Queremos agradecer a los participantes de esta actividad y a los amigos de Naturaliste por hacer posible este bello comienzo del mes de Abril.

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