A comienzos del mes de Mayo, un grupo de cinco amigos entusiastas en la observación de fauna salvaje, especialmente en aves y mamíferos, confiaron en nuestra labor, para disfrutar de dos jornadas completas en plena naturaleza.
Después de contactar con nosotros y delimitar las preferencias para las dos jornadas, nos dispusimos a observar un amplio listado de especies y de parajes, muy diversos entre sí. Humedales, cultivos de secano, páramos, cultivos de regadío, bosques de ribera, cortados fluviales, bosques de frondosas y zonas pseudo-alpinas, fueron parte del gran abanico de biotopos que visitamos a lo largo y ancho de las provincias de Zamora y de León.
Durante la primera jornada, comenzamos en plena zona agrícola de secano, localizando muchas de las especies esteparias previstas, como los diferentes machos del aguilucho cenizo (Circus pygargus) en vuelo de campeo, los grandes barbones de avutarda euroasiática (Otis tarda), una bella pareja de collalbas grises (Oenanthe oenanthe) y sobre todo tres individuos macho de sisón (Tetrax tetrax), que reclamaban insistentemente en sus zonas de exhibición, e incluso nos brindaron observaciones de calidad de todo su comportamiento de cortejo, pese a la distancia, necesaria para salvaguardar los últimos reductos de esta especie.
Machos de sisón y de avutarda. Autores fotografías: Fernando Diez y M. Ángel García
La observación de las collalbas grises, enfrascadas también en pleno período de reproducción, nos condicionó para poder explicar aspectos de interés sobre su nombre, su biología, migración y dimorfismo sexual.
Pareja de collalbas grises. Autor fotografías: M. Ángel García
Posteriormente, cambiamos continuamente de biotopo, visitando los bosques de ribera del río Esla, dónde alcaudones comunes (Lanius senator), carriceros tordales (Acrocephalus arundinaceus) y cucos comunes (Cuculus canorus), componían una bonita sintonía, siempre con el marcado pulso de la abubilla (Upupa epops).
De pronto las importantes manchas de matorral y bosque mediterráneo, intercaladas con pequeños cantiles rocosos, nos depararon observaciones de especies rupícolas, como el roquero solitario (Monticola solitarius) o el avión roquero (Pytoprogne rupestris).
Roquero solitario macho. Autor fotografías: M. Ángel García
Con el sobrevuelo de varios ejemplares de abejaruco europeo (Merops apiaster), descubrimos sobre uno de los remansos embalsados del río Esla a la estela aerodinámica, blanca y fugaz de un individuo adulto de Charrán común (Sterna hirundo), sobrevolando la lámina de agua en busca de presas.
La temperatura de la jornada iba en ascenso y la mayoría de aves rapaces comenzaban a aparecer, como los habituales milanos negros (Milvus migrans), las águilas calzadas (Hieraaetus pennatus) o los buitres leonados (Gyps fulvus).
Águila calzada de morfo claro. Autor fotografías: M. Ángel García
Después de la parada para la comida, pronto descubriríamos casi todo el reparto habitual de especies del bosque y matorral mediterráneo y de los cantiles fluviales, como el alimoche (Neophron percnopterus), el águila culebrera (Circaetus gallicus), la chova piquirroja (Phyrrocorax phyrrocorax), una rauda águila perdicera (Aquila fasciata) o un imponente buitre negro (Aegypius monachus) sobrevolándonos a escasa altura.
Alimoche y buitre negro. Autores fotografías: Fernando Diez y M. Ángel García
Para finalizar la jornada, realizamos una pequeña espera de observación de mamíferos, si bien las condiciones climatológicas fueron bastante desfavorables, deparando únicamente la localización de dos ciervos (Cervus elaphus).
Al día siguiente, comenzamos la actividad tras uno de los habitantes, en otro tiempo mucho más abundantes del páramo, el mochuelo europeo (Athene noctua), que sorprendentemente nos dio esquinazo, deparando únicamente una rauda observación. Las condiciones climatológicas no eran nada favorables debido al fuerte viento.
Continuamos visitando algunos de los humedales, de mayor o menor porte, pero de alto interés para el vuelo migratorio de ciertas especies de aves, ubicados en el sur del páramo leonés. Aquí localizamos diversas especies de hábitos palustres como el aguilucho lagunero (Circus aeruginosus), limícolas como la cigüeñuela común (Himantopus himantopus), el andarríos chico (Actitis hypoleucos), el combatiente (Phylomachus pugnax), el archibebe común (Tringa ochropus), el correlimos común (Calidris alpina) o el correlimos zarapitín (Calidris ferruginea). Sin embargo, las observaciones más destacadas fueron la de una pareja de Espátula (Platalea leucorodia), varios porrones europeos (Aythya ferina) y la de un fugaz y viajero Charrancito (Sternula albifrons).
Pronto visitaríamos el entorno urbano de La Bañeza, para observar a una de sus más ilustres y distinguidas residentes, y que dentro de la planificación de las jornadas, contaba con una importante parada, la Graja (Corvus frugilegus).
Ejemplar de Graja. Autor fotografía: Fernando Diez
Esta especie de alto interés por su curiosa biología, distribución y uso de hábitat, fue sin duda alguna, una de las principales estrellas de la segunda jornada, pues pronto, nuestra visita por las vecinas comarcas maragatas y sanabresas, nos deparó fuertes rachas de viento, precipitaciones y bajada de las temperaturas, que condicionaron sobremanera la observación de especies con garantías.
Alcaudón común. Autor fotografía: M. Ángel García
Por último y para finalizar, nos gustaría agradecer enormemente a los integrantes del grupo, por supuesto por el interés en las explicaciones y observaciones de ambas jornadas, así como por la amabilidad durante las gestiones previas y por el envío posterior de las fotografías que componen este bonito recuerdo a modo de crónica.
Gracias Gonzalo por este artículo tan completo sobre nuestro viaje contigo, así nos queda como recuerdo escrito que podremos volver a leer cuando nos apetezca…
Hasta la próxima!
Miguel y Danielle.
Muchas gracias a vosotros por participar en la actividad. Un abrazo