Los secretos de Tierra de Campos

El viernes pasado tuvimos el placer de desarrollar una actividad de jornada completa, en compañía de dos encantadoras participantes procedentes de Cantabria, en colaboración con nuestros amigos de  Zamora Biodiversa en la Reserva Natural de Las Lagunas de Villafáfila y alrededores.

Sin duda alguna, actualmente, es en esta época primaveral, cuando las salinas naturales muestran mayor interés, en lo que a las especies orníticas se refiere. Esto se debe a la gran diversidad de especies ligadas a medios acuáticos, que albergan grandes cantidades de ejemplares, ya sea como parada y zona de alimentación en sus viajes migratorios o para realizar su reproducción. 

Comenzamos la mañana observando a otras aves, no menos interesantes, como por ejemplo los gorriones chillones (Petronia petronia) o los cernícalos primillas (Falco naumanni) enfrascados en la reproducción usando las oquedades formadas en los malogrados tejados y paredes de tapial y adobe de antiguas construcciones de labor.

Gorrión chillón (Petronia petronia)

Posteriormente continuamos observando otras especies características de los medios agrícolas, entre las que se llevaron toda nuestra atención los aláudidos y las grandiosas avutardas, observando notables bandos de barbones (nombre que reciben los machos) y alguna solitaria hembra.

En las cercanías de la Salina de Barillos, descubrimos también a otras especies que las visitantes querían observar, como la paloma zurita (Columba oenas), la grajilla (Corvus monedula) e incluso a un individuo subadulto de águila imperial ibérica (Aquila heliaca adalberti) acosada por otras rapaces de tamaño mediano.

Paloma zurita (Columba oenas) en vuelo. 

Pronto, llegó la hora de la comida y para ello nos dispusimos a enseñar otro biotopo muy diferente cercano a la reserva. Se trata de los cañones del río Esla, un precioso enclave en el que las embalsadas aguas del río  transcurren abrazados por sus riberas de frondosas alamedas, entre manchas de denso bosque y matorral de carácter mediterráneo.

Cañones sobre el río Esla.

Aquí nos esperaban notables sorpresas, puesto que esta diversidad de hábitats en una superficie tan próxima, favorece la existencia de especies muy distantes. De las aves esteparias que habíamos observado minutos antes, pasamos a detectar numerosos pájaros propios del bosque mediterráneo y de los sotos ribereños, como el ruiseñor común (Luscinia megarynchos), la curruca mirlona (Sylvia hortensis), los bellos y coloridos abejarucos (Merops apiaster) o las ágiles águilas calzadas (Hieraaetus pennatus).

Águila calzada (Hieraaetus pennatus) de morfo claro volando.

Aunque sin duda, la mayor sorpresa fueron las observaciones de un pequeño grupo de stérnidos, aves que en general no son nada habituales en el interior peninsular. De repente, como si aparecieran de la nada, estos viajeros incansables, remontaban y jugaban con el fuerte viento sobre las aguas del Esla. Se trataba de dos hermosos charranes comunes (Sterna hirundo) y cuatro pequeños charrancitos (Sternula albifrons) que volaban incesantemente sobre las aguas. 

Sobrevolados por diversas rapaces forestales y observando los bellos movimientos de los abejarucos nos dispusimos a comer. Una vez finalizamos, nos desplazamos a otra zona cercana para intentar observar otras dos especies que o bien son escasas en Las Lagunas de Villafáfila o bien nos habían dado esquinazo. Una de ellas era sin duda una de las especies más demandadas por las participantes, consiguiendo escuchar su peculiar reclamo a los pocos minutos de llegar al nuevo punto.  Se trataba del Sisón (Tetrax tetrax), una de las especies de ambientes abiertos y mosaicos agrícolas que ha padecido un mayor descenso de sus poblaciones en las últimas décadas. 

 

Participantes de la actividad.

Actualmente, ha pasado de ser un ave común y conocida popularmente por los paisanos y habitantes de numerosas comarcas de Extremadura, Castilla y León, Andalucía, Castilla La Mancha y Madrid, a ser una especie que no es fácil observar. Observando a este precioso macho realizando su cortejo, siempre salvaguardando la distancia para evitar molestias, pudimos disfrutar de él, sin olvidar la enorme problemática a la que se enfrenta esta bella especie y otras relacionadas con los medios agrícolas.

Creemos conveniente hacer aquí un pequeño llamamiento. Una llamada de atención a todos aquellos que al querer observar cualquier especie, en este caso especies como el sisón, la avutarda o el búho campestre, sobrepasan notablemente la distancia de seguridad respecto al ave. No hay ninguna justificación que permita molestar a cualquiera de estas aves protegidas, ni siquiera la obtención de fotografías a corta distancia.

Con esta consideración presente, pudimos disfrutar de este macho, mientras realizaba el reclamo característico andando hacia nuestra posición, lo que favoreció una observación inigualable, pero siempre salvaguardando su seguridad, manteniendo varias decenas de metros con respecto a nosotros.

Sisón (Tetrax tetrax)

Entre las rachas de viento, e intercaladas con el reclamo del sisón, podíamos escuchar las bellas cantinelas del Escribano hortelano (Emberiza hortulana).

Una vez finalizamos la observación del bello macho de sisón, que quedó en aquella rastrojera cantando, volvimos a Las Lagunas de Villafáfila, concretamente a las instalaciones de la Casa del Parque. Allí, pudimos disfrutar de las instalaciones interiores, pero también del circuito de lagunas artificiales en las que observamos a un elevado elenco de especies acuáticas. 

Las horas centrales del día, sin duda las más calurosas, dieron pie al descubrimiento de dos ejemplares macho de culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), soleándose en una carretera. Una de ellas fue detectada por un ratonero común (Buteo buteo), que no dudó a la hora de aprovechar la ocasión, propiciándole un certero picotazo en las vértebras superiores, ocasionándole la fractura del cuello, para convertirla en festín.

Detalle de una de las culebras bastardas.

Fotografía del ratonero común depredando la culebra bastarda. Autora: Marta Mesa.

Queremos aprovechar este hecho, para volver a hacer hincapié en la prudencia al volante, pues durante los meses de mayo, junio y julio, el número de vertebrados atropellados, muchos de ellos reptiles, es muy notable. 

Ya en las lagunas artificiales de la casa del parque, disfrutamos de cigüeñuelas (Himantopus himantopus), chorlitejos chicos (Charadrius dubius), archibebe común (Tringa totanus), porrones europeos (Aythya ferina) o los ruidosos carriceros tordales (Acrocephalus arundinaceus) que fueron algunos de los más destacados. Desde aquí conseguimos observar también a los dos mamíferos de la jornada. Uno de ellos, muy abundante por estas regiones de suelos blandos, el conejo de monte (Oryctolagus cunniculus), nos dejó con imágenes tan bonitas como esta.

Pero sin duda, la sorpresa la deparaba uno de sus principales depredadores, también frecuente en estas regiones. Se trataba de un pequeño cachorro de zorro (Vulpes vulpes), que acaba de salir a la boca de la zorrera, para asombro de los demás habitantes de estos campos. Conejos, abejarucos, abubillas y gorriones chillones no le perdían de vista, desapareciendo a los pocos minutos.

Tal y como se puede apreciar en esta fotografía, muy representativa de la observación, encontramos al zorrín en la salida de su madriguera, y a un bello abejaruco posado muy cerca, en la alambrada. Observando con más detenimiento, una de las participantes observó los restos de una rapaz en el suelo. Se trataba de un ejemplar de morfo claro de águila calzada, cazador habitual sobre los gazapos, y que probablemente la pareja de zorros adultos habrían encontrado muerta, quizá por atropello,  llevándola como juguete para sus cachorros.

Cachorro de zorro (Vulpes vulpes)

Para finalizar la jornada, nos dirigimos al despoblado de Otero de Sariegos, a orillas de la Salina Grande, dónde disfrutamos de nuevo de los cernícalos primillas, observando también varios ejemplares subadultos y sorprendiendo a un precioso mochuelo europeo (Athene noctua). 

Mochuelo europeo (Athene noctua)

En la Salina Grande observamos la algarabía formada por decenas de especies acuáticas, como las gaviotas reidoras (Croicephalus ridibundus), avocetas (Recurvirostra avosetta), tarros blancos (Tadorna tadorna), pagazas piconegras (Gelochelidon nilotica) o fumareles cariblancos (Childonias hybridus). 

Para finalizar esta estupenda jornada, pusimos rumbo de nuevo a los campos de cultivo, detectando de nuevo a las imponentes  avutardas (Otis tarda). Reinas indiscutibles de estos espacios abiertos, también sobrevolados por los gráciles aguiluchos cenizos (Circus  pygargus) y los enigmáticos búhos campestres (Asio flammeus), todos ellos siendo objeto de las últimas observaciones del día. 

Barbón de avutarda (Otis tarda) al atardecer.

Queremos aprovechar el cierre de esta crónica resumen, para agradecer a las participantes en la actividad por su amabilidad e interés y deseando que puedan rememorar las observaciones y momentos de la jornada con sus fotografías y esta pequeña narración.

 

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